- OÍR es un proceso pasivo en el que se percibe el sonido.
- ESCUCHAR es un proceso activo donde la voluntad y atención son fundamentales para analizar los sonidos y así COMPRENDER el mensaje. Es una función cognoscitiva de alto nivel que implica el control de las emociones.
La audición de un niñ@ puede ser “normal”, es decir, libre de impedimentos médicamente reconocibles pero esto no significa necesariamente que el niñ@ escuche con eficacia.
Para mejorar LA ESCUCHA, se inicia la intervención con un estudio audio-psico-fonológico basado en el test de escucha (si la edad lo permite) y otras pruebas, con lo que determinamos la programación de sesiones de escucha.
Los programas, ajustados a las necesidades individuales de cada uno, pueden incluir la voz de la madre, música de Mozart, cantos gregorianos, música filtrada, la propia voz del sujeto….que a través del OÍDO ELECTRÓNICO (aparato muy sofisticado creado por el Dr. Tomatís que simula la neurofisiología del oído real, reproduciendo sonidos “analógicos”), nos “obliga” a escuchar aquello que hemos dejado de percibir. Las sesiones prescritas se ajustarán a necesidades y circunstancias de modo individualizado.